sábado, 15 de octubre de 2011

PARA PENSAR


En 1954, Joanne Schieble, joven estudiante soltera, descubrió que estaba embarazada. Su padre no permitía que se casara con el padre del niño. Aunque hubiera podido abortar, era ilegal y peligroso. En cambio, dispuso darlo en adopción. Paul y Clara Jobs adoptaron el bebé y lo llamaron Steven.

No todos los niños tendrán una vida tan destacable como la de Steve Jobs. Pero con cada aborto tenemos poca idea de a quién estamos perdiendo con tanta tranquilidad.

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