viernes, 26 de febrero de 2010

EL REY ANTE LA LEY DEL ABORTO

MAJESTAD, NO FIRME

Majestad, con todo respeto me dirijo a usted para expresarle mi humilde opinión sobre el debate planteado en algunos medios sobre la cuestión de su firma a la nueva ley del aborto.

Puedo entender que usted, en conciencia, firmara la actual Ley de despenalización del aborto, pues dicha ley suponía una modificación del Código Penal por el que en determinados supuestos, el delito del aborto no era penalizado. Esta es una diferencia esencial con relación a la nueva Ley que ahora se ha aprobado y está a la espera de su firma y entrada en vigor.

Puedo entender que hubiera razones y motivos por los que usted, en conciencia, consideró un deber firmar aquella ley de despenalización, con independencia de que la considerase justa o injusta. Pero no podría entender que usted firmara la recientemente ley del aborto aprobada por el Gobierno.

¿Cuál es la diferencia? Muy sencilla. El Rey puede haber tenido motivos graves para, en un momento determinado, considerar que debía firmar la ley por la que, el delito del aborto en determinados supuestos establecidos por dicha ley, no fuera penado con la cárcel por ello. El Rey puede querer, como, pienso que lo quiere una inmensa mayoría de los españoles, que ninguna mujer vaya a la cárcel por verse obligada a abortar. Pero otra cosa muy distinta es que el Rey rubrique con su firma una ley que considera el aborto un derecho. El Rey, si quiere ser el Rey de todos los españoles, debe serlo también y en primer lugar de los más inocentes e indefensos, de aquellos que aún no tienen voz para gritar: ¡dejadme vivir! Por eso, no entendería que el Rey firmara una ley que niega y atenta contra el primer y fundamental de los derechos de la persona humana: el derecho a la vida.

Estoy convencido de que nos encontramos ante un momento histórico de enorme trascendencia, como se han dado pocos a lo largo de la historia de la humanidad. Muchos podrán alegar que su firma es un mero trámite, una exigencia institucional que no implica su personal apoyo al contenido de la ley. Muchos podrán decir que el Rey reina pero no gobierna y que el papel de la monarquía está limitado a la mediación y moderación, por lo que no puede usted negarse a firmar.

Siendo ciertas algunas de esas opiniones, sin embargo, pienso que usted si puede negarse a firmar. Es más, pienso que usted debe negarse a firmar. Usted, Majestad, intervino el 23-F en el intento del golpe militar. Recientemente, ante la gravedad de la crisis económica, cumpliendo con sus obligaciones, ha vuelto a intervenir. ¿Cómo podría no hacerlo ante una situación de la gravedad que supone la aprobación de esta nueva ley del aborto? Hoy, el mundo se enfrenta a una crisis de mucho más calado que la económica, una crisis de “humanidad”, la crisis del reconocimiento de la dignidad inviolable de toda vida humana que está en la raíz de todas las demás crisis, incluida la económica. El primer y más grave problema al que se enfrenta la humanidad actual —y así lo señaló Juan Pablo II unos meses antes de su muerte— es el de la defensa de la vida humana.

Su negativa a firmar esta ley, sería un acto heroico. Sería un aldabonazo que resonaría en todo el orbe. Sería un signo, un símbolo pero, más aún sería, por su gran repercusión internacional, el mayor grito de la historia en defensa de la vida humana, de toda vida humana. Sería un gran SÍ a la vida y a la intrínseca dignidad de toda persona humana, especialmente de la concebida aunque todavía no nacida. Sería un acto de una grandeza sublime porque estaría reivindicando el sagrado derecho a no obrar en contra de la conciencia y porque estaría dispuesto a renunciar a la Corona, si así lo quisieran los españoles, con tal de defender la vida de todos los españoles.

Majestad, quien sabe si la Providencia divina no le ha puesto a usted en el Trono de España para este momento histórico y trascendental, como sucedió con la reina Ester. Y cómo en ese caso, permítame decirle, parafraseando lo que Mardoqueo dijo a su sobrina, que de no actuar usted en la hora presente para evitar el exterminio de millones de vidas humanas, Dios dispondrá que la victoria sobre el aborto, como la peor de las lacras de la humanidad, llegue por otros medios, pero usted tendrá un día que presentarse ante el Juez universal, ante el Rey de Reyes, del cual todos somos súbditos y yo, en su lugar, no quisiera hacerlo habiendo puesto mi firma en una ley como ésta.

Ruego a Dios Todopoderoso que le ilumine y le de la fortaleza y la magnanimidad para ser digno de la Corona de España siendo fiel servidor de la Patria, pero antes de Dios.

martes, 23 de febrero de 2010

viernes, 19 de febrero de 2010

BUSCANDO LA FELICIDAD



BUSCANDO LA FELICIDAD


Nosotros no somos perfectos, somos limitados. De modo que en nosotros mismos no puede estar la felicidad perfecta. ¿Dónde entonces? Debemos descubrirlo.

Vivimos, pero queremos algo más que la vida misma. Deseamos algo más que la mera existencia. Si nuestra existencia no tuviera un sentido sería aborrecible. Queremos amar y ser amados. Pero sólo un bien supremo merecería ser amado de modo absoluto. Ese bien absoluto es Dios. Y de Él participan de modo especial las personas. Por eso sentimos el deseo de amar a los demás, porque descubrimos en ellos la bondad y la belleza de Dios.

Lo que nos hace felices es externo a nosotros en el sentido de que existe aparte de nosotros, pero llegamos a la felicidad cuando, a través del amor, lo asimilamos en nuestro interior.

lunes, 15 de febrero de 2010

SOBRE LA FELICIDAD

CÓMO SER FELICES


¿Por qué hacemos lo que hacemos?


En definitiva, detrás de cada una de nuestras acciones, lo que hay es el deseo de ser felices. Todos queremos ser felices y no hay nadie que no desee serlo. En lo que diferimos es en aquello en lo que a cada uno nos proporciona la felicidad.

¿Qué es lo que hace que el ser humano logre ser plenamente feliz? ¿Salud? ¿Dinero? ¿Placer? ¿Fama? ¿Honores? ¿Poder?

¿En qué consiste la verdadera felicidad y cómo se llega a ella?

Por hoy sólo una indicación para pensarla:

Si ponemos nuestra vida en algo cuya dignidad es inferior a nosotros, nos degradaremos y llegaremos a destruirnos. Hacer de un bien inferior en dignidad a la persona humana el fin último de nuestra vida es una actitud equivocada, desordenada y perversa que nos destruye.

La verdadera felicidad sólo puede encontrarse en un bien proporcionado a nuestra dignidad y nunca en algo inferior.

martes, 2 de febrero de 2010

EL TESTIMONIO DE UN EXGAY


MICHAEL GLATZE DEJÓ DE SER GAY EN 2007
«Elegí dejar el estilo de vida homosexual porque encontré mi fundamento en Dios»
Michael Glatze, un antiguo homosexual que abandonó esas prácticas asegura que el sexo gay «es como caminar sobre las manos», es decir, usar mal los miembros del cuerpo. Desde 2007 explica cómo tomó la decisión y anima a otros gays a «buscar algo más alto, una sexualidad básica, humana, heterosexual», a pesar del acoso que sufre.
Actualizado 2 febrero 2010
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R.R./ReL
El periodista Michael Glatze anunció en 2007 que abandonaba la homosexualidad y que era un estilo de vida negativo. En Estados Unidos existe una intensa actividad «anti-exgay»: blogs y grupos que se dedican a seguir todos los pasos de las personas que públicamente han anunciado que renunciaban a la identidad homosexual. Publican cualquier cosa negativa o dudosa para arrastrar por el suelo la integridad ética (o psicológica) del exgay.
Por ejemplo, el blog ExGayWatch publicó que Glatze era culpable de criticar a Obama, de «acritud» contra la homosexualidad, de no ser muy famoso, de haber explorado el budismo y el mormonismo en su búsqueda de la verdad y de poner en FaceBook frases demasiado cortas. ¡Gravísimos pecados para los cazadores de exgays!
La madre de Glatze era cristiana protestante no denominacional; su padre, agnóstico. Él murio cuando Michael tenía 13 años. Ella murió cuando él tenía 19. Glatze estudió literatura y escritura. Con su pareja homosexual, Benjie Nycum, fundaron la revista de activismo gay joven «Young Gay America» y escribieron el libro «XY Survival Guide».