domingo, 8 de agosto de 2010

Darwin reconoció en su tiempo que la teoría de la evolución podía «desmoronarse».


El evolucionismo de Charles Darwin cede un puesto al «Diseño Inteligente»

Sara Martín/ReL
La Iglesia recuerda que la ciencia no puede afirmar ni negar la acción divina en la creación. No todo el mundo sabe que la teoría de Evolución de Darwin es sólo eso: una teoría, y no una ley probada científicamente. Y frente a esta teoría que campa sin opositores en el mundo intelectual, allá por los años 80 Philip Johnson impulsó otra: la del Diseño Inteligente (ID, por sus siglas en inglés). Desde un punto de vista estrictamente científico y apoyada en la bioquímica, pretende demostrar que ciertos sistemas biológicos complejos no pueden ser explicados por la evolución de otras especies o por mutaciones fruto del azar, tal y como defiende Darwin.

Reconocer lo imposible
Para el ID, por el contrario, detrás de estas complejidades imposibles de comprender hay un propósito definido por un «agente inteligente» o Dios. Pero «el problema de permitirle a Dios un papel en la historia de la vida no es que la ciencia dejaría de existir, sino que los científicos tendrían que reconocer la existencia de algo que está fuera de las fronteras de la ciencia», explica Johnson. Es decir, que el ID no acepta que de la materia pueda surgir la inteligencia o el espíritu, ya que existe una «discontinuidad» evidente. Esto repetía también uno de sus defensores, el cardenal Schönborn, el 7 de julio de 2006 en un artículo publicado en el diario estadounidense New York Times titulado Finding design in nature («Descubriendo el diseño en la naturaleza») a propósito de la polémica escolar en EE UU por la inclusión o no del ID en el currículo educativo.

Y es que desde que George Bush consideró públicamente que sería positivo que los estudiantes conocieran las dos versiones que explican el surgimiento de la vida en la tierra, las críticas no han dejado de arreciar sobre la llamada «alternativa al evolucionismo». Fue el pasado 1 de agosto cuando un grupo de reporteros de Texas acudió al salón Roosevelt para mantener una entrevista. Allí, uno de los periodistas le preguntó al presidente si consideraba importante impartir ambas posturas en la escuela: «Creo que parte de la educación es exponer a la gente diferentes escuelas de pensamiento», aseguró George Bush. Desde ese momento, en más de 20 de los 50 estados del país comenzaron los debates sobre el tema. Uno de los casos más llamativos es el de la localidad de Dover, en Pensylvania, donde una frase incluida en los planes de estudio ha acabado en los tribunales: «Los estudiantes van a ser advertidos sobre las lagunas y los problemas de la teoría de Darwin y (...) y deben ser expuestos a teorías alternativas como la del Diseño Inteligente».

Darwin también dudó
De estas lagunas descubiertas en el evolucionismo también ha advertido Santiago Collado, licenciado en Física y doctor en Filosofía de la Universidad de Navarra. Collado recuerda, además, que Darwin tampoco estaba totalmente convencido de que su teoría fuera irrebatible. De hecho, el investigador inglés reconoció en su tiempo que «si se demostrara la existencia de un órgano complejo que no pudo haber sido formado mediante numerosas y leves modificaciones sucesivas, la teoría de la evolución se desmoronaría por completo». No es casualidad que el propio Charles Darwin finalizara en 1889 su mítico ensayo sobre «El origen de las especies» con un himno al Creador...

Por su parte, el Magisterio de la Iglesia no se opone al evolucionismo como teoría científica que es, pero sí a ciertas ideologías escondidas detrás de algunas de sus versiones más materialistas. Por eso recuerda que «no se puede excluir “a priori” la causalidad divina en la creación: la ciencia no puede ni afirmarla, ni negarla». Esta postura fue ratificada por Benedicto XVI en su homilía del 24 de abril de 2006, en la ceremonia de inicio de su Pontificado, cuando avisó que «no somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios».

6 comentarios:

  1. La cuestión, supongo, es no perder la ya muy escasa credibilidad gracias a la cual la curia come sin trabajar. Si hay que engañar y mentir, pues se engaña y se miente.

    Una persona sin brazos comienza a utilizar los pies. Al principio, la tarea es prácticamente imposible, absoluta y desalentadoramente infructuosa. Pero intenta una y otra vez y, casi imperceptiblemente, el cerebro, esa máquina tan versátil que a unos les sirve para intentar buscar la verdad y otros para engañar a los demás, toma nota de la situación y empieza a crear lazos neuronales nuevos y a modificar la propia estructura del pie y sus dedos, sus músculos, sus huesos y tendones.

    Éso es evolución. Extrapolado a las especies, el medio en que se mueven y el paso del tiempo, explica clara y científicamente la enorme diversidad de la fauna y la flora, tanto a nivel zoológico como microbiológico. Les estropee a Uds. el negocio, o no.

    Si el mejor adalid de que dispone su ensotanada señoría es George Bush Jr., mucho me temo que tiene la partida perdida entes de echar las cartas, siguiera.

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  2. Sr. Isaak:
    Como por lo que escribe se ve que su cerebro es bastante limitado, comience cuanto antes a esforzarse por pensar con los pies.

    Al principio le será prácticamente imposible, pero usted insista y al cabo de un tiempo tendrá unos pies pensantes. ¡Eso es evolución!

    De esa forma podrá demostrar al mundo que si uno se lo propone seriamente es capaz de evolucionar generando sinapsis neuronales desde la unña del dedo gordo del pie. Es fantástico estar plenamente respaldado de modo científico e infalible. Poco importa lo que el pobre Darwin pensara sobre su propia teoría. Él no era lo suficientemente darwinista. Para eso están personas como usted, sr. Isaak, capaces de evolucionar a partir de un mejillón o de una alcachofa. Todo es cuestión de proponerselo.

    Resulta usted muy divertido, especialmente cuando no se lo propone.

    Un saludo.

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  3. Ande, aprenda un poco, lea algo más serio e imparcial que las hojillas parroquiales. Le dejo este link como un favor especial.

    http://cnho.wordpress.com/2010/08/13/redibujando-a-darwin-iii-el-anticristo/

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  4. Sr. Isaak:

    Ciencia y religión no tienen porqué entrar en conflicto si la una no se inmiscuye en el terreno de la otra. La evolución no demuestra la inexsitencia de dios, de igual forma que tampoco la apoya. Dios no es un objeto de estudio de la ciencia, y la biología evolutiva como disciplina científica no tiene nada que decir sobre algo con lo que no puede trabajar.

    Le agradezco el enlace, especialmente cuando resulta que viene a darme la razón.

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  5. José, la teoría de la evolución nunca ha pretendido demostrar la inexistencia de Dios. Sin embargo, Ud. sí da la impresión de pretender demostrar la inexistencia del fenómeno evolutivo a través de la afirmación rotunda de la existencia de Dios. Por éso le he dejado ese enlace que, al contrario de lo que Ud. afirma arrimando un tanto el ascua a su sardina, no le da a Ud. la razón, por más que se empeñe.

    Ocurre como con la capacidad del organismo de crear nuevas sinapsis neuronales y adaptarse en cierta medida a nuevas condiciones: hace Ud. burla y escanio de ello, y, sin embargo, es cierto. No entiendo su actitud, cuando es fácilmente documentable y archiconocido hace ya lustros.

    Lo que llaman "rehabilitación" no es sino éso, la repetición de determinados ejercicios a los que el organismo responde fortaleciendo las uniones musculares y nerviosas existentes y añadiendo otras nuevas. ¿Es ésto falso?

    ¿Porqué sobre los escritores, como ejemplo de intelectuales de primer orden, tienen menos repercusiones las enfermedades mentales seniles o el mismo alzheimer que sobre quienes tienen menos actividad cerebral?

    Nadie va contra Dios, especialmente los agnósticos. Sí hay que defender la ciencia y la razón contra quienes, en nombre de Dios, pretenden suplantar el progreso humano y científico con postulados personales e interesados.

    La Ciencia sigue su camino, la Religión el suyo. Pero ésta sigue dándose por aludida a cada nuevo paso de aquélla y utiliza cuantas argucias y calumnias puede para desacreditarla, a pesar de que la ciencia formal rara vez, por no decir nunca, hace alusión a la religión.

    ¿Quién no respeta, entonces, a quién?

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  6. Sr. Isaak:

    ¿Quién no respeta a quién?
    Se lo voy a decir. No respeta ni a la fe ni a la ciencia quien afirma que ésta última hace innecesario a Dios, ni quien afirma falsamente que la religión se ha opuesto al desarrollo de la ciencia cuando ha sido justamente al contrario.

    No respeta usted a la Iglesia cuando afirma que la curia (sic) engaña y miente.

    Un cordial saludo.

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